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Relatos de mujeres al volante: los desafíos de ocupar oficios históricamente masculinizados
EN EL MES DE LA MUJER

Relatos de mujeres al volante: los desafíos de ocupar oficios históricamente masculinizados

Susana y Caterina desafiaron los estereotipos y se convirtieron en referentes para aquellas que quieren incursionar en el mundo del transporte; un ámbito tradicionalmente asociado a los hombres. En diálogo con Diarionucleo.com, detallaron sus historias de vida luego de elegir ser camionera y taxista, respectivamente.

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Susana García es oriunda de Carabelas (partido de Rojas) y se ha convertido en un ejemplo de cómo las mujeres están ganando terreno en un ámbito históricamente dominado por hombres: el transporte de carga. Con una trayectoria que abarca desde la conducción de remises hasta el manejo de camiones de gran porte, Susana ha demostrado que la pasión y la determinación no tienen género.

"Siempre me gustó el camión", afirma Susana quien comenzó su carrera como camionera en 2010. Sin embargo, su camino no fue fácil. "Antiguamente no tenía familia de camionero. En casa era a mí sola a la que le gustaba manejar", recordó en diálogo con Diarionucleo.com. Antes de dedicarse por completo al transporte de carga, Susana trabajó como remisera y realizó diversas actividades, desde la repostería hasta la confección de vestidos de novia.

“La remisería la instalé hace 20 años atrás. También estudié en Capital Federal con la reconocida pastelera y cocinera Marta Ballina, y trabajé como empleada en la Cooperativa de Carabelas. El Secundario lo terminé a los 39 años y luego empecé a hacer más cursos; estudié Gestoría, Perito Clasificador de Cereales. Siempre fui estudiando algo. Entonces, trabajaba en el remís y seguía estudiando”, explicó. 

Estar en actividad es la esencia de Susana, quien admite realizar siempre “mucho deporte”. “Me gusta salir a correr, andar en bicicleta; estar activa siempre”, indicó. Pero los sueños están hechos para cumplirse -según afirma el dicho- y fue en el 2010 que Susana adquirió su primer camión para poder serle fiel a su vocación de ser camionera. 

“Mi primer camión fue un Fiat 619 N1, modelo ’78. Después lo cambié por un C14 Modelo ’80. Cuando me compré el primero hice una promesa: que si yo lograba terminar de pagar ese camión me iba a Luján en bicicleta; y lo cumplí. Me costó cuatro años y medio, pero lo logré”, relató Susana, quien en el 2014 decidió subirse a su bicicleta y recorrer el trayecto entre Carabelas y Luján.

La familia siempre cerca 

Desde aquel año, se abrió un nuevo capítulo en la vida de Susana y de toda su familia también. Cuando se le pregunta a las conductoras profesionales si siempre se disfruta la vocación de conducir un camión, la respuesta inmediata es sí. Sin embargo, agregan que esto sería imposible sin la compañía, el apoyo y el amor de sus familias.

Susana es madre de tres hijos (dos mujeres y un varón) y, además, abuela de seis niños. Para la vecina de Carabelas la familia jugó y juega un papel importantísimo en su historia de vida y en sus decisiones. 

“Cuando empecé como camionera, a mi familia no le gustaba porque temían que ande por la ruta. Pero yo tenía muchas ganas porque había trabajado mucho tiempo con gente y quería estar un poco más sola. La gente es muy complicada, entonces con el camión, es mi responsabilidad. Ando sola y me cuido yo sola”, remarcó. Y agregó que “con la familia y con mis amigos, siempre fuimos de hablarlo todo entre todos y siempre fueron muy comprensivos conmigo”. 

Susana eligió esta profesión como un trabajo que lleva a cabo con responsabilidad, compromiso y pasión, lanzándose a las rutas con “mucho respeto”. “Nunca tuve miedo de conducir el camión. Obviamente que es un riesgo porque vas manejando un vehículo de transporte pero tenes que tener siempre mucho cuidado y mucho respeto. Respeto a la responsabilidad, respeto a la ruta, respeto al sueño, respeto”, señaló. 

Simplemente Camioneras 

La fraternidad es un aspecto muy importante en la vida de las mujeres al volante. Ellas consideran que forman una red de apoyo y se tienen unas a otras para informarse novedades y cuestiones de interés relacionadas a su trabajo.

“Al principio no fue fácil. Yo era un bicho entre tantos hombres”, recordó Susana sobre sus inicios como camionera. “Cuando tuve el camión pude empezar a trabajar inmediatamente. Me anoté en el Centro de Camioneros de Carabelas y empecé a trabajar desde acá hacía los puertos”, sostuvo. 

“Hace casi diez años atrás logramos constituir, junto a otras mujeres camioneras, el grupo  ‘Simplemente Camioneras’. Ahora hay un montón de chicas, son como 300 las mujeres que integran el grupo y se van agregando más porque se van consiguiendo trabajo. Hay chicas de todo el país e inclusive de Brasil y de Chile”, explicó. 

Simplemente Camioneras ha sido el lugar de encuentro virtual donde las choferes del transporte de carga se suman para ayudarse y hacer crecer este rubro que día a día suma a más colegas al volante.

Hoy en día, la página cuenta con más de 139,000 seguidores en Facebook y ha generado oportunidades laborales para varias mujeres en el sector. Dicho espacio es muy federal, ya que está conformado por mujeres de distintas provincias; todas vinculadas a los rubros del transporte de camiones, llevando piedra, arena, cemento, animales, autopartes, combustibles, alimentos, aguas y gaseosas y autos. Hay mujeres de todas las edades, desde chicas que recién comienzan de 22 años a mujeres de 60 y tantos.

Las pasiones no solo se heredan, sino que también se aprenden y se generan a partir de los vínculos con los padres y hermanos. Tal es el caso de Susana y su nieto de 26 años. “Es el hijo de mi hija del medio y desde los 21 años es camionero también”, contó. 

Una mujer en un mundo de hombres

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"Cuando arranqué era la única camionera en la zona", recuerda Susana. Sin embargo, esto no la intimidó. "La convivencia con los compañeros siempre fue buena. Yo siempre repito algo – y se lo comento al resto de las chicas del grupo –, cuando vos tenés respeto a los demás, te tienen que respetar. Siempre te tenés que cuidar, y tenés que preservar tu lugar; más que nada porque es un gremio de hombres", sostuvo. 

La rutina de Susana para salir a la ruta es exigente. "Salgo tres y media de la mañana. Preparo todo a la noche, preparo la conservadora cuando voy a salir a las tres de la mañana. Y llevo un bolso con ropa, la vianda, la mochila con los papeles, los documentos, todo; y salgo. Y después cuando vuelvo, es lo mismo, tengo que volver a bajar todo, volver a organizar todo", explicó.

Según reveló, Susana se prepara sus propias comidas para evitar detenerse en cualquier lugar, como suelen hacer los camioneros. "Normalmente los camioneros se paran, en cualquier lado, a comer cualquier cosa. Es lo normal de los varones. Pero yo no me bajo de la camioneta; yo me llevo todo. Me preparo mi conservadora y me quedo arriba del camión. Me llevo mi comida, mi ensalada. Yo digo que cada vez que salgo con un viaje es como una mudanza.

Me llevo la comida, me llevo agua, me llevo todo lo que voy a consumir durante el viaje", detalló. 

Una decisión de vida

Susana decidió dedicarse al transporte de carga para asegurarse un futuro estable. "Ser camionera es un trabajo que me dio un buen vivir haciendo lo que me gusta. Yo empecé con el camión para asegurarme un futuro cuando sea grande. Entonces dije ‘tengo que comprar un camión y lo voy a manejar hasta que yo pueda’. Porque con una jubilación no podés vivir. Además, no podía permitirme ser una carga para mis hijos. Entonces, de esta manera, hasta el día de hoy me estoy manteniendo sola", indicó. 

Los desafíos de ser camionera 

"En el grupo de 'Simplemente Camioneras', hay empresas que aún discriminan a las mujeres, mientras que otras las prefieren a los hombres, argumentando que son más cuidadosas en general", afirma Susana. Esta situación refleja la realidad que muchas mujeres camioneras enfrentan a diario.

Además de la discriminación laboral, Susana también tuvo que lidiar con los prejuicios y la desconfianza de sus compañeros. "Al principio, cuando recién comencé, era común que me observaran de forma peculiar. Mi camión tenía lona, y luego lo adapté con destape en el chasis, acoplado y destape rápido. Cuando paraba para destapar o 'calar' la mercadería (llegar al puerto, esperar en la fila, entrar al calador, sacar cereal, destapar y volver a tapar), los hombres me miraban para ver si podía hacerlo. A menudo, intentaban ayudarme sin que yo lo pidiera. Siempre les agradecía, pero les explicaba que debía hacerlo sola".

A pesar de los desafíos, Susana nunca se dejó amedrentar. "También me observaban al maniobrar marcha atrás, algo complicado con un camión acoplado. Se detenían con las manos en la cintura para mirar, lo cual era molesto, ya que sentía que estaba siendo evaluada constantemente. Era como estar rindiendo un examen todo el tiempo, porque era algo inusual".

Con el tiempo, Susana se convirtió en una referente para otras mujeres que querían incursionar en el mundo del transporte. "Afortunadamente, eso ha cambiado. Ahora hay muchas mujeres, incluyendo jóvenes, que han obtenido su licencia. Hoy en día, la presencia femenina en este ámbito es mucho más común. Por suerte", celebra Susana.

Su historia es un testimonio de que las mujeres pueden desempeñarse con éxito en cualquier ámbito, rompiendo estereotipos y abriendo camino a las nuevas generaciones.

Ser mujer y taxista 

Pasan los años y los sesgos de género que discriminan socialmente entre qué lugares son ocupados por hombres y cuáles por mujeres, continúan presentes en el mercado de trabajo. 

Según datos del Indec, las mujeres y feminidades continúan ocupando puestos laborales asociados al cuidado, las tareas domésticas, la enseñanza y la salud. Por el contrario, se evidencian sectores masculinizados como la industria manufacturera, la construcción o el transporte en los que el acceso de mujeres es prácticamente nulo o limitado por razones culturales.

Hace casi 12 años que Caterina es taxista en Junín. Es decir, se desenvuelve a diario en un trabajo mayoritariamente ocupado por choferes hombres. En diálogo con Diarionucleo.com hizo hincapié en qué implica ser una “mujer al volante”.

“Comencé a trabajar en la parada de taxis como telefonista franquera. Cubría los sábados, domingos y feriados. Después de un tiempo mis patrones me ofrecieron subir al taxi y manejé durante ocho años. Luego, por problemas de salud, volví a ocupar el lugar de telefonista nuevamente; y hace dos semanas que ya estoy mejor de salud, así que ya he vuelto a manejar”, explicó. 

Manejar un taxi siendo una mujer todavía es visto como una excepción a la regla pero Caterina aseguró que la discriminación y prejuicios “se sienten más que nada en la calle”. “Manejando te podés llegar a cruzar con algún machista que cree que la mujer solo está para lavar los platos y que no acepta que muchas mujeres manejemos mejor que los hombres. Aunque yo ocupo mi lugar, ya sea manejando o en la parada, y me hago respetar, nunca falta un maleducado”, señaló. 

Sin embargo, asume que el asombro – por parte del cliente – no siempre es negativa. “Mucha gente, cuando supo que volví a manejar, llamó y me pidió a mí. Piden por ‘La Kata’; ya que así me han puesto porque mi nombre es más difícil”, indicó. 

Para terminar, Caterina, señaló que “ser taxista”, actualmente “es un trabajo mixto como muchos otros”. “Somos varias las mujeres que hoy manejamos taxis y lo hacemos mejor que muchos hombres”, aseguró.

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